cultura y justicia"
«Uno de tantos» (Flp 2,7)
El cristianismo que es seguimiento de Cristo, consiste en una vida, toda ella, convertida en verdadero culto. Este no se reduce a los actos propiamente “religiosos”, como la oración o los sacramentos, sino que la existencia entera del cristiano ha de convertirse en una forma de vivir para Dios. La secularidad, entendida como la condición humana y mundana de nuestra vida, es la sustancia del vivir cristiano. Para tomar conciencia de ello, dos contemplaciones ignacianas (la de la vida oculta de Jesús y la Contemplación para alcanzar amor) nos pueden ayudar: contemplando los años de vida corriente de Jesús contemplamos una manera simplemente humana de vivir abierta al Padre en medio de la gente; en la Contemplación para alcanzar amor, disponemos de una mistagogía para vivir la opacidad de lo humano y mundano con toda la riqueza mística de la humanidad de Cristo. Vivir estas dos meditaciones como una sola, es lo que propone este cuaderno.