cultura y justicia"
Los ciegos y el elefante. El diálogo interreligioso
No están lejanos todavía los años en los que entre los católicos se creía que extra Ecclesiam nulla salus (fuera de la Iglesia, no hay ninguna salvación), sin dejarnos interpelar demasiado por el hecho de que las Iglesias Protestantes y Ortodoxas consideraran que fuéramos nosotros los extraviados. Un “nosotros” incuestionado e incuestionable, opuesto a unos “otros” siempre despreciables –o amenazantes–. Había –y todavía hay– mucho de instinto tribal en esta actitud. Una catolicidad (del griego “kata holón”, que significa “según el todo”, “según la plenitud”) realmente problemática, ya que quedaba limitada no sólo a los confines de la religión cristiana, sino tan sólo a una de sus posibles interpretaciones, y se vivía sin problema alguno esta inmensa exclusión, esta contradicción con su misma denominación. Este cuaderno intenta ilustrar lo que han sido los problemas del instinto tribal, cuyo sentimiento de pertenencia a un grupo tiende a ser excluyente de los demás, y la búsqueda hacia una progresiva ampliación del horizonte de fraternidad mundial. El diálogo interreligioso –como todo otro diálogo– es fundamental porque es una actitud teologal, es decir, es camino de participación en ese modo de ser de Dios: Apertura sin límite, Éxtasis continuo, un permanente perderse de sí mismo en el otro, un vaciarse de sí para posibilitar la existencia de los demás.