Mediante una carta dirigida a los inmigrantes se les avisa que se pueden encontrar con el rechazo de los trabajadores autóctonos, que los ven como competidores, y que, posiblemente, vendrán con la idea de que en Europa se harán ricos y se encontrarán con que eso solo es un sueño. Si después de informarse deciden venir es necesario que se integren y no formen guetos, eso sí, sin perder su identidad y su religión y aceptando los ideales que se derivan de los Derechos Humanos, derechos que no siempre son respetados por los europeos.